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Mindful eating


En los últimos años escuchamos cada vez más a menudo sobre Mindful Eating, literalmente, Comida Consciente. Es una práctica que consiste en aplicar mindfulness al acto de comer. La atención plena es la capacidad de prestar atención al momento presente de una manera consciente y sin juzgar.


Adoptar esta actitud durante la comida significa tomar conciencia de nuestra experiencia con la comida, escuchar y comprender las señales de nuestro cuerpo sobre el hambre y la saciedad, y responder a nuestras necesidades con amabilidad y amor.


En este artículo, descubrimos más sobre la alimentación consciente y cómo comenzar a adoptarla en nuestra vida cotidiana.



¿Porqué comemos?

Lo primero que debemos hacer cuando decidimos concienciar sobre nuestra forma de comer es comprender cuáles son las razones por las que comemos. Estos se pueden dividir en tres categorías:

  1. hambre fisiológica

  2. condiciones ambientales externas

  3. necesidades emocionales internas

Hambre fisiológica El hambre fisiológica está representada por una serie de eventos físicos que reconocemos como síntoma de una necesidad específica. Una barriga ruidosa, la cabeza dando vueltas, las piernas blandas y la pérdida de atención son las señales más comunes y extendidas que indican hambre, pero no son las únicas y no se dan con la misma intensidad en cada uno de nosotros. Aprender a reconocer nuestras señales de hambre desde el mismo comienzo de su aparición nos permite actuar de inmediato para satisfacer esas necesidades, sin llegar a un nivel de hambre demasiado elevado que pueda provocar una posterior "pérdida de control" frente a la comida.


Hambre "condicional" Los condicionamientos ambientales externos y las necesidades emocionales internas son todos aquellos estímulos que no necesariamente responden a una demanda fisiológica de alimentación. Todo el mundo ha visto al menos una vez una película y se ha encontrado terminando un paquete de patatas fritas. O comer pensativamente mientras ve la televisión o navega por su teléfono celular. O incluso estar tan absortos en las cosas que hacer que ni siquiera nos dimos cuenta de lo que estábamos comiendo hasta que el plato estuvo vacío. La comida se convierte en una herramienta de compensación y una salida cuando experimentamos emociones que nos cuesta manejar, como la ansiedad, la tristeza, el aburrimiento, la ira, la frustración, o cuando nos sentimos particularmente estresados ​​e inconscientemente buscamos "una vía de escape". De esta manera, sin embargo, no se satisface la necesidad afectiva real, que sólo se "deja en un segundo plano" temporalmente. Esta tendencia se denomina comúnmente "hambre emocional", y muchas veces se vive como algo negativo, como si fuera un problema. En realidad es una respuesta común y natural del ser humano que no debe ser reprimida ni ocultada. Lo importante, sin embargo, es darse cuenta de este mecanismo que no debe convertirse en la única forma posible de responder a nuestras necesidades emocionales.



Comer conscientemente

Mindful Eating nos ayuda a observar nuestros hábitos, reconocer nuestras emociones y sensaciones y convertirnos en protagonistas activos. Teniendo conciencia de lo que está sucediendo, podemos de hecho elegir deliberadamente comer en respuesta a nuestra necesidad emocional, sin caer en un "bucle" del que no tenemos control. Los contextos sociales también influyen en la forma en que comemos, pensemos por ejemplo cuando nos encontramos en compañía y “no podemos ser los únicos en decir no a la pizza” o cuando nos ofrecen algo y nos sentimos incómodos negándonos. O incluso cuando vemos un anuncio goloso y de repente sentimos ganas de ese alimento. En todas estas ocasiones, nuestra actitud es la de “comedores desprevenidos”: no cuestionamos nuestro nivel real de hambre, sino que otras necesidades dictan la necesidad de comer. Cuando sentimos ganas de comer, la primera pregunta que debemos hacernos es: "¿Por qué tengo ganas de comer?". Respondemos con sinceridad, sin juzgarnos pero sabiendo que es el primer paso de la práctica del Mindful Eating.



Nuestra sabiduría innata Mindful Eating no es una dieta y no sirve para adelgazar, no es un plan de alimentación y no es una “nueva tendencia”: es un ejercicio diario que, día tras día, nos permite volver a esa sabiduría innata. que hemos perdido debido a condicionamientos externos y malos hábitos. Esa sabiduría innata se llama el mecanismo de autorregulación. Un mecanismo que todos tenemos desde que nacemos, que regula nuestros niveles de hambre y saciedad y que nos dice perfectamente lo que necesitamos. Si observamos a un recién nacido comiendo nos damos cuenta de que cuando está lleno empuja y rechaza la comida. Sin embargo, cuando tiene hambre, llama nuestra atención. Al crecer, ya no somos los niños los que elegimos cuándo y cuánto comer, sino que son nuestros padres antes y la escuela después quienes nos "imponen" tiempos y reglas en cuanto a las comidas. Así que siempre nos encontramos comiendo a la misma hora, no porque tengamos hambre, sino por costumbre. Nos sentimos obligados a terminar todo lo que hay en nuestro plato aunque ya estemos llenos y asociamos ciertos alimentos con un significado particular. El caso más llamativo es el representado por los postres:

  • “si dejas de llorar te doy un caramelo” – poder reconfortante;

  • “si eres bueno, te compro un helado” – premio o recompensa;

  • “mamá sale corriendo porque ayer comió pastel” – juicio negativo.

Son precisamente los condicionamientos externos y las metodologías educativas adoptadas las que crean en nosotros pensamientos de juicio con respecto a algunos alimentos y que cargan a los alimentos de valor emocional. Por eso es tan importante prestar atención a las frases que usamos delante de los niños.


Alimentación consciente: ¿Por qué es útil? Mindful Eating nos permite darnos cuenta de los mecanismos, pensamientos y actitudes que tenemos respecto a la comida y elegir cómo responder. Nos enseña a escuchar los niveles de hambre y saciedad y entender cuándo y cuánto queremos comer, nos permite desactivar el piloto automático y nos ayuda a lidiar con nuestro hambre emocional, sin reprimirla pero haciéndonos conscientes de nuestras emociones. Finalmente, con Mindful Eating transformamos el acto de comer en una experiencia real que involucra todos los sentidos y aumenta la satisfacción y la realización. Conclusión Mindful Eating nos permite recuperar la relación con nuestro cuerpo y con el hambre de forma sana y duradera. Quizá lleve un tiempo liberarnos de los prejuicios relacionados con la alimentación y los hábitos inconscientes que nos han inculcado desde la infancia, pero empezando a hacernos las preguntas adecuadas podemos despegarnos del "piloto automático" que regula nuestra alimentación y volver a cultivar nuestra sabiduría innata que nos permite vivir en plena armonía con nuestro cuerpo.




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