
Crear una habitación zen en nuestro hogar no solo es un proyecto inspirador y creativo, sino que también nos proporciona una excelente ayuda para prácticas como la meditación y el yoga. ¿Sabías que el poder de la cromoterapia, la cromoterapia, puede traernos enormes beneficios incluso durante la meditación? En este artículo descubrimos cómo crear una habitación zen perfecta que tenga el poder de promover la relajación y la concentración, en línea con los principios de la cromoterapia.

La paz interior y el bienestar psicofísico no se pueden lograr a menos que primero trabajemos en el entorno que queremos dedicar a nuestra práctica de meditación.
La ubicación, los colores y el mobiliario de la habitación que vamos a elegir son elementos fundamentales para permitirnos ahuyentar los malos y estresantes pensamientos del día a día y dedicarnos por completo a nuestro interior.
En general, la atmósfera perfecta para la meditación se obtiene en lugares que permitan la concentración y la calma interior, caracterizados por la sencillez, el orden y la decoración con tonos claros e inspiración natural.

La iluminación
En primer lugar, debemos elegir una habitación que sea tranquila y nos permita mantenernos inmunes a las distracciones: esto significa que no debe dar a una calle transitada ni estar cerca de zonas de la casa donde haya un constante ir y venir de personas.
También es importante que la habitación esté iluminada por luz natural: luz verde para grandes ventanales, cuya vista, sin embargo, no puede ser ocultada por grandes edificios. Si solo se puede recurrir a la iluminación artificial, será mejor evitar todo aquello que no favorezca la relajación y la concentración, por lo que es mejor sustituir las luces demasiado fuertes y blancas por luces más cálidas, delicadas y suaves, preferiblemente amarillentas y distribuidas uniformemente por todo el lugar. el cuarto. Las lámparas de mesa o las velas perfumadas también son buenas.

Los colores
Los tonos a preferir son aquellos que influyan positivamente en el estado de ánimo, favoreciendo la serenidad y la tranquilidad. Mucho espacio para los tonos suaves y los colores pastel, así como todos aquellos colores relacionados con la naturaleza, como el verde de la vegetación y todos los tonos de azul, asociados al cielo y al mar. Todos los tonos de colores asociados con los siete chakras se eligen cerca de la visión Zen. Lo importante es evitar asociar demasiados colores entre sí, intentando en cambio favorecer un equilibrio cromático.

El amarillo es el color del sol, del tercer chakra o Manipura, que se encuentra entre el ombligo y el esternón. Se relaciona con la vitalidad, la estabilidad, el optimismo y el intelecto perceptivo, pero también con los deseos y la autorrealización de la persona. Es un color que da energía a los músculos y al sistema nervioso.

El verde también se considera el color del equilibrio por excelencia porque se sitúa en el centro del espectro lumínico de los colores visibles, creando armonía entre los colores cálidos y fríos. Además, se asocia a la juventud, el bienestar, la esperanza y la renovación. Está relacionado con el cuarto chakra o Anahata, situado cerca del corazón.

El azul representa tranquilidad, meditación, pureza y sanación. Promueve la purificación y la calma del cuerpo. Está asociado al quinto chakra o Vishuddha, situado a nivel de la garganta.

El índigo es un color particularmente significativo en la meditación, junto con el violeta. Está en afinidad con el sexto chakra o Tercer Ojo, que está asociado a la visión meditativa capaz de captar intuitivamente la unidad, la esencia profunda y el sentido de la realidad.

Junto al índigo está el púrpura, el color con la longitud de onda más larga en el espectro cromático, asociado con el séptimo chakra más alto o Sahasrara, ubicado en la parte superior de la cabeza. Representa máxima conciencia, conocimiento, empatía, serenidad, conexión con lo divino y comunión con el Todo universal. Por su poder vibratorio, el índigo y el violeta son dos colores que trascienden la dimensión humana, conectando el cielo y la tierra, lo espiritual y lo terrenal.
Por último, no podemos dejar de mencionar el blanco, la suma de todos los colores del espectro de luz visible, la quintaesencia de la pureza y la espiritualidad. Es todos los colores a la vez, refleja y dispersa la luz.

Los muebles En cuanto a los muebles, es mejor preferirlos minimalistas y naturalistas. Una fuente zen puede ayudar a la meditación gracias al sonido blanco y relajante del agua, símbolo de purificación y renovación. El gris de la piedra es otro color perfecto para estos ambientes, al igual que el negro también puede estar presente a través de los muebles u objetos. El verde se puede recordar con una planta pequeña que no tenga tonos demasiado brillantes (preferiblemente un verde oscuro pero apagado). Luz verde también para algunos muebles bajos de madera clara u oscura, lo menos trabajada posible y sin pulir, y para símbolos espirituales que ayuden a sumergirse aún más en el proceso meditativo. En general, la madera natural, las piedras y el agua son elementos que normalmente se prefieren por la tranquilidad que transmiten. También puede adoptar la práctica del equilibrio de piedras para traer algo de Zen a su hogar. Las paredes pueden ser blancas o multicolores: pintar un índigo o morado para fomentar la concentración meditativa o elegir un beige o amarillo dorado claro para resaltar los rayos del sol son todas alternativas interesantes.
Conclusión
El secreto de una habitación zen perfecta radica en encontrar aquello que nos permita hacer que el ambiente sea relajante y cómodo para nosotros, por lo que no existe una combinación universal.
Sin embargo, se deben evitar los colores que son demasiado brillantes y que estimulan sentimientos negativos como el naranja brillante o el rojo, que recuerda la energía, la pasión, la agresión y la sexualidad. La sala de meditación ideal, por lo tanto, debe ser aireada y luminosa, pero también muy personalizada de acuerdo con lo que infunde armonía en el alma.
El mobiliario no se rige por reglas precisas, siempre que sea simplista, y no hay colores más acertados que otros, aunque siempre es mejor optar por tonos pastel y naturales que intensos.
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